26 Nov 2021 / Noticias /
Análisis de académico Dr. Daniel Fauré en portal U. de Chile: “¿Qué esperar de las elecciones del domingo?, Apuntes urgentes desde abajo y a la izquierda”

 

El académico del Departamento de Historia de la Universidad de Santiago de Chile, Dr. Daniel Fauré reflexionó en portal U. de Chile, al complejo escenario que se viene en materia política, en el marco de las recientes elecciones presidenciales de este domingo.

Este análisis es realizado junto a Sofía Esther Brito, escritora y activista femenina, Directora creativa del Proyecto Lucila/Tecnologías feministas para la innovación ciudadana, y reúne 4 reflexiones:

“En la salida del metro Universidad de Chile, hay un graffitti que reza: “La política popular la construimos cada día”. Esta frase, que parece de perogrullo para quienes llevamos años participando y militando en movimientos sociales y populares, siempre tiene otro significado cuando el escenario político estatal se mueve, por ejemplo, por unas elecciones. Por un lado, nos obliga a pensar en las consecuencias que pueden traer sus resultados a nuestros procesos de construcción política territorial y, por otro lado, nos interpela sobre la necesidad -o no- de que participemos de esos procesos. Sin ánimo de agotar ninguna discusión (al contrario, solo dar pie a abrir el diálogo), compartimos cuatro reflexiones sobre ello”.

 

“EL ESCENARIO DESDE ARRIBA:

1.- LA ELECCIÓN PRESIDENCIAL COMO UN REALITY SHOW: En general, las elecciones del domingo no logran despertar pasiones ni acciones en las bases populares organizadas. La labor de los grandes medios de comunicación de centrar el debate solo en la elección presidencial (en desmedro de las otras tres votaciones) fue transformando el camino a La Moneda en un reality show donde el covid de Boric, las frases planificadamente polémicas de Kast, las patéticas excusas del deudor de pensión alimenticia Parisi, entre otras escenas que podrían ser obra de la genialidad de un Sergio Nakasone[1], se tomaron las pantallas. La elección, así, va perdiendo sentido. Por eso, estas polémicas son temáticas que a lo sumo dan material para conversar a la hora de la pausa en la asamblea territorial, en el café en medio de la pega o en la cola del pan, y el debate sobre el futuro presidencial no constituye una temática central en la agenda de las organizaciones sociales y populares. A fin de cuentas, estamos frente a una elección que repite el guión -malo, por lo demás- de los 30 años anteriores: votar por el mal menor bajo las reglas de la Constitución de Pinochet. Esa escasa posibilidad de que se plebeyice el parlamento o La Moneda (producto del boicot que hicieron los partidos a que se replicara el sistema de listas de independientes que tuvimos en la elección de la Convención Constitucional), hace que las probabilidades de ver cambios significativos en la composición de clases del Estado sea baja y, por lo mismo, lo de este fin de semana sea un hito muy lejano al espíritu de la revuelta de octubre”.

2.- UNA CONVENCIÓN CONSTITUCIONAL QUE SE TECNIFICÓ: Al punto anterior se ha sumado la abismal separación que se ha ido generando entre la Convención Constitucional y la sociedad civil en general, las clases populares en particular y las organizaciones sociales y populares en específico. La estrategia -nuevamente televisiva- de la derecha de desprestigiar el proceso a través del ataque de un ejército de bots en Twitter[2], sumada a una serie de declaraciones de antología por parte de representantes de la derecha como Tere Marinovic o Marcela Cubillos lograron abrir la puerta a la farandulización de este organismo. Estas estrategias dañaron la confianza de franjas de las clases populares que veían en dicho organismo un posible portavoz de las demandas y sueños de la revuelta de octubre, que profundizaría un proceso destituyente del modelo pinochetista-concertacionista que ya había comenzado en las calles. En la dirección contraria a ese anhelo, las y los convencionales de izquierda (salvo honrosas excepciones) no sólo respondieron tarde y mal a dicha farandulización, sino que profundizaron esta separación con la sociedad al tecnificar la discusión del reglamento, separarse de la coyuntura y la política contingente (a pesar de que fue ella la que los dejó allí) y desaprovechar el organismo de representación con mayor legitimidad de estos últimos treinta años para actuar como voceras y voceros de aquellas manos y corazones que, por fuera, y con esfuerzos loables, siguen luchando por tener un país sin personas presas políticas o por tener un Wallmapu sin militares que ejecutan extrajudicialmente -como lo hicieron con el weichafe Pablo Marchant-[3]”.

 

DESDE ABAJO:

1.- UNA POLÍTICA POPULAR QUE SE CONSTRUYE A PASO LENTO: Desde los movimientos sociales y populares la política sigue territorializándose: se constituye en base a las problemáticas que vemos, sentimos, olemos y palpamos en los territorios que habitamos y se proyecta en un nuevo modelo de sociedad a través de pequeñas acciones que van prefigurando la nueva realidad, a través de nuevas relaciones sociales, económicas y de toma de decisiones. Sin embargo, estos procesos de mucha latencia, muchas veces invisibles en el “debate público”, se tensionan en estas coyunturas electorales, ya que hacen evidente el problema de los tiempos: mientras esa olla común de nuevas acciones que van constituyendo la política popular se cuece a fuego lento, la reconfiguración de esta llamada “nueva (clase) política” que, en la práctica, pactó una “nueva transición” avanza acelerada. Es válido frente a eso preguntarse: ¿puede ofrecernos algo este nuevo ciclo político lo suficientemente atractivo como para restar tiempos y energías de nuestras construcciones territoriales para salir a dialogar con ellas y ellos? ¿No será mejor destinar esos tiempos a sistematizar estos caminos locales que hemos recorrido hasta hoy, y con los aprendizajes que obtengamos de eso, podamos capear mejor este doloroso repliegue producto de la pandemia que vivimos las organizaciones que nacimos post octubre (como las asambleas territoriales)?.

2.- DEBEMOS PARTIR DEL AQUÍ Y AHORA DE NUESTRO PUEBLO: No podemos construir una política popular que no parta del aquí y ahora de nuestro pueblo. Por lo mismo, más allá de los resultados de este fin de semana, debemos entender que las organizaciones que nacieron con la revuelta están claramente debilitadas por el repliegue que implicó el COVID; la crisis económica y el “cierre por arriba” que hizo la antigua y nueva clase política civil a esa grieta institucional que logramos abrir a punta de barricadas y desobediencia civil entre octubre del 2019 y marzo del 2020. Ese es un punto de partida ineludible para imaginar el nuevo ciclo y mentirnos sobre nuestras propias capacidades solo puede conducirnos a frustraciones colectivas. Y como si eso fuese poco, no debemos olvidar que las clases populares -e incluso grupos aliados en la clase media- son altamente diversas en su composición interna y sus definiciones políticas, lo que implicará que franjas importantes de nuestro pueblo saldrán este domingo a votar por “el mal menor”, a legitimar la tibieza política frenteamplista o, incluso, presas de los discursos de odio instalados por los grandes medios, a darle su apoyo al fascismo de Kast. Va a ser necesaria el día lunes una lectura de los resultados hecha con la cabeza bien fría y el corazón caliente, que nos aporte claridades y ánimos renovados para el desafío que se nos viene territorialmente: ya que no hay forma de construir un mundo nuevo que se sostenga que no sea sumando a esos vecinos y vecinas a la construcción cotidiana de la política popular, deberemos desplegar todo nuestro ingenio para avanzar en un camino de concientización política y de (auto)educación popular de proporciones. ¿No creen que ese tema es una urgencia para quienes estamos abajo y a la izquierda? Si se quieren sumar a pensarlo y ejecutarlo, acá hay personas con mucha voluntad de hacerlo”.

 

Puedes revisar el detalle de este análisis, aquí: bit.ly/3FIP81W