El académico de la Facultad de Humanidades de la Universidad de Santiago de Chile, Mg. Martín de la Ravanal se refirió en Diario Concepción a temáticas de género, de pueblo y de estallido social.
Sobre el significado de “pueblo” el profesor lamenta que hoy sea usado como objeto de una verdadera guerra cultural entre ideológicos, políticos y you tubers que “manosean y distorsionan sin pudor” el concepto.
«Como pasa con muchos conceptos políticos, el populismo es un arma retórica: sirve para desacreditar la posición contraria. Terry Eagleton escribió que con la ideología –en este caso, el populismo– ocurre lo mismo que con la halitosis: el problema siempre es del otro, nunca mío”, señala el profesor de ética y filosofía social del Departamento de Filosofía USACH.
Y reitera lo dicho, que el concepto de pueblo es complejo. En ese contexto, distingue dos sentidos: uno como una comunidad humana que comparte una forma de vida cultural, que convive bajo las mismas instituciones y que, además, tiene una historia y un ethos en común, y otro sentido más político, que tiene que ver con la soberanía, es decir, dónde reside finalmente el poder y la capacidad de decisión.
“Bajo cierta mirada, todo poder nace, depende y responde a un pueblo, una comunidad de ciudadanas y ciudadanos que pueden darse sus leyes, instituciones y autoridades. Desde luego, esto no podría separarse de la cuestión de la democracia. Finalmente, hay un tercer concepto de pueblo como oposición de las y los muchos a una minoría oligárquica que captura las instituciones comunes”, sostuvo.
Cuando nos pensamos como “pueblo” ponemos en tensión un “nosotros”, en ese contexto, el académico pone el siguiente ejemplo: “¿por qué lo pensamos masculino (y no `nosotras´)? ¿quiénes son los `otros´ de nosotros? ¿quién está incluido y quién queda fuera? ¿quién es `de acá´ y quién es extranjero? ¿hasta dónde llega el nosotros?, etc. Lo popular expresa los sentires y pensares de quienes no forman parte de esas minorías ricas, influyentes y poderosas. Por esta vía se forma una crítica al poder y a la cultura oficial”.
Estas críticas, dice, se constituyen en ensayos de otros valores y prácticas que “rompen la unilateralidad de visiones impuestas desde los poderes establecidos”. En ese sentido, si pensamos que la democracia es “el gobierno del pueblo”, para el filósofo hoy es fundamental preguntarse si los intereses de las mayorías están efectivamente representados en las instituciones.
“¿Cómo es que se llegan a definir esos intereses populares? y ¿cómo es que el sistema político puede ser gobernado por un pueblo que debiera ser, como dijo Jean Jacques Rousseau, soberano de su país y obediente de las leyes libremente instituidas?”, se pregunta el profesor.
En relación a democracia y capitalismo, el académico indicó: “No se trata sólo del anhelo de comunidad frente a las tendencias mecánicas e impersonales de la sociedad. El capitalismo, hoy financiarizado y global, lejos de traer más democracia ha maniatado a los pueblos y sus instituciones a los imperativos de los mercados y el capital”, dice.
El filósofo sostiene que, frente a las múltiples crisis que nos azotan, los poderes públicos han desprotegido a las y los ciudadanos, y estos, a su vez, han comenzado a desconfiar de las élites, las instituciones y las normas que regulan el funcionamiento de la política.
“Hay profundos anhelos de renovación y hastío con las viejas formas de la política. Estos movimientos surgen `desde abajo´, emplazando a quienes detentan el poder. Esto es lo político: un proceso colectivo de creación, cuestionamiento, lucha y reapropiación en torno a las instituciones vigentes, que pone sobre la mesa nuestros imaginarios sobre la igualdad, la libertad y la justicia”, sostiene De la Ravanal.
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