Fuente: El Desconcierto
Las conversaciones de Izkia Siches con los conductores de un popular podcast han protagonizado las reacciones más increíbles. En las páginas de Emol se comprueba el lenguaje históricamente clasista y racista de sus lectores con relación a la presidenta del Colegio Médico de Chile: “Mugrienta, chula, comunista, rota floja, ordinaria, chabacana, rasca, cuma, picante, la indiecita mostró la hilacha, no le pidan más a la india, que esta roja se vaya al Altiplano a pastorear, mostró la chala y la hilacha, grosera, en cada gesto le aparece lo chiguá, ¿Sishes? Me suena a toples o algún bar barato de por ahí, tiene cara de hombre, ¿es travesti?”, etc. (Emol, 20 de marzo de 2021). Reacciones tan indigestamente coloniales dan qué pensar. ¡De cuánta energía síquica disponen los lectores de El Mercurio para desacreditar a una mujer en Chile!
Lo más notable es que la presidenta del Colegio Médico nunca perdió el humor en toda su larga conversación. Sus salidas de lenguaje fueron parte de un lúcido y coherente discurso de crítica a un gobierno que no ha sabido estar a la altura de los desafíos históricos de todos estos años. A ojos vista. Por eso estamos al borde de decisiones que buscan cambiar el espíritu público en Chile. La chispeante conversación con su franqueza coloquial puso de manifiesto las más sinceras convicciones de un sentimiento colectivo en el país. Izkia Siches mostró con coraje al rey desnudo, como el cuento danés de Andersen. Esto sí tiene que ver con un gesto que rompe efectivamente los cánones del habla del establishment en Chile. Especialmente altera el registro académico característico de nuestras culturas patriarcales. “A la palabra doctor / Se le adjudican al menos los siguientes significados / Me quedo con el sentido / Que le asigna la Commedia Dell’Arte / Dos puntos / Personaje grotesco / Caricatura de universitario pedante / Se le reconoce x sus discursos retóricos interminables / Plagados de citas greco-latinas / En Chile quiere decir matasano” (Nicanor Parra, Discurso del Bío Bío, 1996).
Tenemos que acostumbrarnos a un lenguaje inédito un poco más saludable, un poco menos hipócrita, un poco más sincero, proveniente precisamente del mundo formidable y chispeante de la salud. No se puede sostener una formalidad histórica inadecuada para estos tiempos imprevistos. Probablemente incomodará a los doctores funcionales al sistema, incluso doctores en filosofía. Adoradores adultos del reino de la decencia. La profesora de la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Chile Soledad Martínez ha comentado las palabras de la presidenta del Colegio Médico: “Tiene una claridad bastante grande respecto de lo que está pasando hoy día en el país […]. Fue informal, pero no ofensiva”. (El Mercurio, 21 de marzo). El estilo de Izkia Siches evoca las primeras anunciadoras de la salud en Chile. En medio de los denuestos coloniales en su contra, hay quizás un trasfondo histórico. Algo hay en ella, mujer pronta a dar a luz, de la alegría fresca y saludable de las machis. Con su entusiasmo espiritual ellas ponen el dedo en la llaga y curan a los enfermos conectadas a las fuerzas irreverentes de la Tierra. Para bien de la felicidad humana. Aunque hoy andemos con mascarillas, no es tiempo de andar con santos tapados.