Textos, Enzo Borroni R. / Fotografía, propia –U. de Talca.
El destacado Dr. Marcelo Leiva Bianchi comenzó su vida laboral el año 2003 como Psicólogo Organizacional de la empresa Rabie S.A. realizando labores de Recursos Humanos, sin embargo, necesitaba crecer profesionalmente y aprender a investigar mejor los procesos organizacionales que estaba conociendo en la empresa.
Durante esos años mantuvo el vínculo con nuestra Facultad como profesor ayudante del Laboratorio de Psicología de la USACH, en la que siempre tuvo claro que esa comprensión pasaba por los métodos de investigación. Fue así como el año 2005 comenzó a estudiar en la Universidad Autónoma de Madrid el Doctorado en Metodología de las Ciencias del Comportamiento y de la Salud. “Vivir, trabajar y estudiar en otro país y otra cultura, ha sido una de las experiencias más enriquecedoras para mí”. No obstante, por razones personales el año 2007 regresó a Chile sin terminar su postgrado. Gracias a una beca CONICYT volvió a España y finalizó sus estudios el 2010.
De regreso en Chile, optó con su familia por trabajar fuera de Santiago buscando una mejor calidad de vida y fue así como llegó a la Universidad de Talca, casa de estudios en la que se ha desarrollado como académico en 9 cursos de pregrado y 13 de postgrado, además de dirigir 18 memorias y 10 Tesis de postgrado.
Ha publicado diez artículos en revistas de corriente principal, un libro de análisis de datos avanzados aplicables a ensayos clínicos, un manual de psicoterapias efectivas aplicables a desastres y tres documentales sobre el impacto de eventos de relevancia social y comunitaria para la Región del Maule: desastres, desempleo y cambio climático. Ha obtenido 3 proyectos FONDECYT en temáticas de impacto psicosocial y terapias efectivas para el trauma psicológico. Fue Director del Magíster en Psicología Social y actualmente como Decano.
¿Qué destacaría de la formación que recibió en la Facultad de Humanidades Usach?
La Universidad de Santiago está en mi vida desde mi temprana infancia. Mis primeros recuerdos son en la sala cuna y su jardín infantil. Mi madre, Rosser Bianchi, fue profesora del Departamento de Historia y Geografía por muchos años, así que cotidianamente asistía a la USACH. De hecho, me gradué en el Aula Magna dos veces: como egresado de Kínder y como Psicólogo.
La formación de la USACH ha marcado mi vida, como un lugar en el cual se expresa en la cotidianidad un espíritu de progreso democrático y republicano. La historia previa de la USACH como Universidad Técnica del Estado es un sello que se mantiene, que nos enseña desde un comienzo con el ejemplo del hacer, del aplicar lo que sabemos. Eso está presente desde las carreras técnicas a las profesionales, incluida la Facultad de Humanidades. Si no fuera por ese espíritu de progreso democrático a través del trabajo, mi madre no hubiese podido estudiar ni trabajar en la USACH; entiendo que eso inspira políticas de bienestar como contar con un jardín infantil para sus funcionarios/as.
De mi Escuela de Psicología, recuerdo muy bien cursos del pregrado como los talleres de integración, en los cuales podíamos aplicar en contexto protegido (p.e. prácticas breves, simulaciones, talleres) lo que aprendíamos. Producto de esta formación pude presentar en un Congreso Interamericano un trabajo sobre las representaciones sociales que los estudiantes teníamos del amor, eso en el segundo año del pregrado. Lo anterior, más allá de los recursos disponibles, siempre escasos por cierto, que se volvían detalles al compararlos con el placer de lograr un objetivo relevante. Ese aspecto de la formación ha trascendido en mi vida profesional actual.
¿Cuáles de los valores aprendidos en la Facultad de Humanidades Usach, hoy los transfieres en tu espacio de trabajo?
El principal valor es el del trabajar con alegría. El aprender haciendo. Tengo la suerte de hacer clases en la universidad y mis cursos siempre tienen un componente aplicado. Así intento incluir esos valores en la formación de mis estudiantes.
A su juicio, ¿Cuáles son los elementos sustanciales que hacen diferente a la Universidad de Santiago de Chile y su Facultad de Humanidades?
La historia vinculada con la transformación de las estructuras económicas, sociales y culturales del país. Sé que esa impronta no es fácil de cambiar, porque existe un sello de aprendizaje en la práctica, de aplicación de tecnologías que la USACH mantiene. Esto incluye a la Facultad de Humanidades por cierto, entregando profesionales que buscan transformar el contexto en el cual se desenvuelven. Esa tecnología intangible, pero utilísima, es un sello que distingue a quienes hemos egresado de la Facultad de Humanidades.