31 May 2024 / Noticias / Facultad de Humanidades, VIME /
Español para migrantes: espacio de aprendizaje multicultural, intercultural e intergeneracional comienza su ciclo 2024

Coordinado por la psicóloga Tamara Madariaga, el programa ofrece una instancia inclusiva que fomenta la autonomía de quienes lo cursan y un complemento a la formación pedagógica de estudiantes como monitores.

A principios de mayo se dió inicio a una de las representaciones del compromiso de la Facultad de Humanidades con el abordaje de su contexto social y su entorno, el programa “Enseñanza de Español para Migrantes: Promoción de derechos mediante el aprendizaje de la lengua”, el cual ofrece un espacio gratuito para el aprendizaje del español como segunda lengua para personas migrantes en Chile. En esta nueva versión, el curso coordinado por la Psicóloga Tamara Madariaga Venegas, brinda una oportunidad no solo a las personas migrantes de acercarse al idioma hispano, sino también a estudiantes de poder desempeñarse como monitores en el curso y potenciar sus habilidades pedagógicas y didácticas.

En el marco de lo que es esta experiencia, destaca en el proyecto su enfoque en derechos humanos, lo cual, según Mila Araujo, académica del área de lengua portuguesa del Departamento de Lingüística y Literatura formada en la enseñanza del español como lengua extranjera, considera que el hecho de que la FAHU “promueva un curso que sea gratuito con un enfoque en derechos humanos, es el sello que lo diferencia de cualquier otro curso de español. En primera medida, puede observarse en el hecho de tener la conciencia de que migrar es un derecho. No todas las personas que migran lo hacen en la misma condición o lo hacen porque quieren migrar, por el contrario, también puede ser producto de una situación que es forzosa, ya sea por un contexto político o de guerra, entre otros, y tener un espacio en donde puedan sentir acogida y en el que saben que el idioma les brindará un factor muy importante, que es la autonomía”, señaló.

Lo sostenido anteriormente se condice también con las proyecciones que Tamara Madariaga, coordinadora del proyecto, tiene sobre la misma iniciativa, resaltando también el horizonte en materia de derechos humanos que posee: “Las proyecciones siempre son las mismas. Atender a las personas no hispanohablantes que ingresan al país en condiciones de vulnerabilidad. Por ejemplo, personas refugiadas, migrantes que vienen llegando de una situación de hambruna, de potencial guerra civil […] no es solamente hacer clases del español como segunda lengua, no es aprenderse un manual o saber enseñar gramática, sino que tienes que estar permanentemente atento a las condiciones”, indicó. 

De esta manera, el programa no solo ha significado un espacio de enseñanza para los y las estudiantes migrantes, sino que también una instancia de aprendizaje y profesionalización de estudiantes que, en el marco del proyecto, asumen el rol de monitores. Sobre esto también se refiere Tamara Madariaga, haciendo énfasis en la diversidad etárea que convive en la praxis del curso: “yo creo que es muy importante destacar este espacio de mucho aprendizaje en términos de todos aquellos elementos que no vas a encontrar en la enseñanza formal. Nuestras aulas no solo son multiculturales y, al final del proceso interculturales, sino que tienen un aspecto que probablemente en casi ningún caso de la educación informal inclusive se pueda replicar, que es la intergeneracionalidad. Por ejemplo, en la sala del nivel A1 de ahora y en muchos otros casos hemos tenido bebés, que yo he tenido en brazos para que sus madres puedan asistir a la clase sin ningún problema. En todos los cursos hemos tenido niños en general, y también hemos tenido personas adultas mayores, entonces se produce este fenómeno que yo diría que, en verdad, no conozco otro espacio de formación en donde efectivamente se pueda experimentar este elemento con tanta naturalidad”, señaló.

Finalmente y en este mismo sentido, Betsabé García, estudiante de cuarto año de la carrera Pedagogía en Castellano y monitora en el proyecto, valora el espacio que el curso genera y su rol en esa instancia: “buscamos acortar esta brecha social e idiomática que existe entre ellos, ellas y nosotras, y también generar un espacio seguro en donde sean conscientes y se sientan cómodos al momento de expresarse”, destaca. Adicionalmente, refiere a las impresiones y respuestas que los y las estudiantes han tenido con respecto al curso, enfatizando en la “aceptación” y la “buena disposición”, agregando que “hay una interculturalidad que se nota, y también hay un interés de escuchar al otro u otra”, lo que presenta al curso no solo como un espacio de aprendizaje de una lengua, sino que también como un área de intercambio valórico.

Créditos:
Texto:
 Fidel Palacios A.
Imagen: Luciano Guzmán N.
Edición: Luciano Guzmán N.