La egresada del Magíster en Historia de la Universidad de Santiago, Claudia Deichler, aborda la historia de la alimentación desde una mirada integral que cruza cultura, economía y políticas públicas, destacando su relevancia para comprender problemáticas actuales y motivar nuevas investigaciones.
La alimentación, más que un acto cotidiano, es un reflejo de la organización social, económica y cultural de un país. Así lo plantea Claudia Deichler, egresada del Magíster en Historia FAHU y candidata a doctora por el Departamento, quien ha desarrollado un trabajo investigativo pionero en el área de la historia de la alimentación, combinando el rigor de su formación académica con la divulgación en redes sociales, a través de espacios como la cuenta de Instagram @historia_dela_alimentacion.
Desde su perspectiva, la alimentación escolar, el acceso a productos locales y el comercio callejero forman parte de un entramado que requiere ser pensado históricamente para generar soluciones sostenibles. “La dieta que se da escolarmente a los niños de manera diaria debiese tener su potencial en lo que se produce de manera local. No solo se nutre quien consume, sino también quienes producen, y eso es un problema que arrastramos hace tiempo y que aún no se resuelve, porque falta historizarlo”, explica.
Deichler advierte que, pese a ser un país productor de alimentos, en Chile persisten barreras económicas y estructurales para acceder a una dieta variada y saludable. “La alimentación no debiese ser uno de los elementos que encarecen nuestra vida, siendo un país productor a gran escala. Sin embargo, la mirada mercantilista y las lógicas de exportación limitan el consumo interno: el productor gana más vendiendo afuera que abasteciendo a la población local”, afirma.
En su análisis, también incorpora el fenómeno del comercio callejero y su vínculo con procesos migratorios, empleo informal y ordenamiento urbano. “No me parece malo que siga existiendo la venta de comida en la calle; es parte de nuestra cultura latinoamericana», subraya Deichler. «El problema es el desborde y la falta de control. Chile es un país de soluciones parche: se sacan los toldos, se pone fuerza policial, pero no se aborda lo que hay detrás”, sostiene.
La investigadora enfatiza que la discusión sobre alimentación debe considerar factores como el tiempo, el acceso geográfico y el ritmo de vida actual. “Para cocinar se requiere tiempo, para comprar productos frescos se requiere tiempo y dinero, y en las grandes ciudades hay personas que usan cuatro horas diarias solo en traslados. Alimentarse pasa a ser un trámite, y eso repercute en la salud: obesidad, diabetes, hipertensión”, señala.
Para Deichler, el desafío no se limita a mejorar la distribución o a ampliar la oferta, sino a garantizar que esta sea accesible y responda a las necesidades de la población. “Nuestro modelo se centra en abrir el mercado, pero falta la contraparte: garantizar que las personas puedan consumir lo que está disponible. De lo contrario, es como ‘sacarle la lengua a la población’”, reflexiona.Finalmente, hace un llamado a que más investigadores y estudiantes se sumen a este campo de estudio, aún incipiente en el país. “En Chile somos muy pocos los que trabajamos en historia de la alimentación, y casi todo está por hacer. Lo que tú investigues, aunque sea pequeño, será un aporte. Es un campo abierto que permite mucha creatividad y que nos invita a conectar el archivo histórico con problemáticas vigentes”, concluye.
Créditos:
Redacción: Luciano Guzmán N.
Fotografías: Luciano Guzmán N.
Edición: Luciano Guzmán N.