El académico de la Facultad de Humanidades de la Universidad de Santiago de Chile, Dr. Daniel Fauré analizó en columna del portal Diario U. de Chile la contingencia política que se vive en el país, el proceso constituyente y las próximas elecciones.
Junto a la escritora Sofía Esther Brito, el académico, además, se refirió a los procesos de participación y al plebiscito de octubre de 2020, en ese marco, indicaron:
“Sin lugar a dudas, la revuelta popular modificó los ritmos de la política en Chile. Desde su inicio, la coyuntura se ha vuelto frenética, sobre todo después del plebiscito de octubre del 2020 y las elecciones de mayo del 2021. Desde la mirada de los movimientos sociales y las organizaciones populares -que se enfrentan al desafío no menor de sobrevivir a la pandemia y mantener vivo el espíritu de la revuelta- el escenario político-estatal se vuelve vertiginoso por la multiplicidad de escenarios a los que atender, lo que obliga a pasar de una discusión a otra sin poder procesar ninguna en profundidad. Por ejemplo, ¿es importante hacer una lectura más acabada de los “tiempos cortos eleccionarios” que se vienen en noviembre (elecciones presidenciales y parlamentarias)? ¿Debe ser tema de debate los llamados de la derecha a la ex concertación a revivir la CODE para enfrentar unidos la arremetida de Jadue? O, por el contrario, ¿debemos prestar atención a los cambios que se perfilan en el mediano y largo plazo, como la reconfiguración de una política partidista de los tres tercios?”
“Todas estas preguntas nos han hecho pensar en la necesidad de descentrar el debate de lo eleccionario, y con ello ampliar la mirada que tenemos sobre la Convención Constitucional, comprendiendo su apertura como un proceso donde los movimientos sociales y las organizaciones populares nos estamos enfrentando al desafío mayor -e inédito- de destituir y construir la organización del Estado.”
“Pese a su intención de procesar e institucionalizar la revuelta de octubre, el Partido del Orden no logra que el “Acuerdo por la paz y la nueva Constitución” sirva como cerco. El desborde popular se transformó en desborde electoral. El triunfo del Apruebo incluyó un importante crecimiento en el número de votantes, y los resultados del 16 de mayo implicaron una inédita irrupción de los movimientos sociales, destacando los resultados de la coalición La Lista del Pueblo. Todo esto ha hecho crecer las expectativas sociales y populares por la participación, con especial énfasis en el proceso constitucional en tanto sabemos que constituye el último bastión -y quizás principal- del legado de la dictadura civil-militar. ¿El problema? Hasta el momento la Convención Constitucional no contempla ninguna instancia de participación social en todo el proceso, solo un plebiscito de salida. Por tanto, queda todavía la pregunta por cómo serán procesadas o articuladas esas expectativas de participación, teniendo en consideración el riesgo de que este proceso histórico creciente de movilización social y popular -que solo se ha detenido por la pandemia-, se estanque. En este sentido, el desafío desde abajo es doble.”
Sobre algunos mecanismos en relación a la participación ciudadana, el Dr. Fauré y la escritora Sofía Brito, señalaron:
“En primer lugar, desde el ámbito de lo formal-institucional, a los movimientos sociales y organizaciones populares nos toca desbordar los estrechos márgenes del acuerdo del 15 de noviembre (15N), puesto que si bien ganamos en lo electoral, queda todavía abierta la pregunta de los quórums de funcionamiento; qué tratados internacionales se reconocerán en su redacción; y la vinculación que este poder constituyente tendrá con los poderes constituidos en base a la Constitución de 1980 -y en particular, qué tanto poder de intervención tendrá la Corte Suprema para resolver las contiendas formales que se den entre constituyentes, es decir, las interpretaciones del reglamento-. Para que los pueblos puedan resolver favorablemente estas cuestiones, se deben proponer nuevas instancias de participación resolutiva más allá del plebiscito de salida e imponerlas desde abajo, transformando este proceso constitucional en un verdadero proceso constituyente”
“En segundo lugar, esta coyuntura debe transformarse en un amplio proceso de autoeducación y politización popular, donde se instalen temáticas de discusión desde las bases populares organizadas, se compartan los saberes sobre las temáticas desconocidas, se faciliten procesos de reflexión colectiva y de toma de decisiones desde abajo, no solo con miras a ser parte del debate y deliberación del proceso constitucional en sí mismo, sino para pensar más allá de esta coyuntura e ir reconstruyendo una agenda política de clase -un Programa- para el futuro postconstitucional”.
“A pesar de los intentos de tecnificar el debate constitucional por parte de los sectores más conservadores y elitistas de la Convención, no podemos perder de vista que las discusiones de los momentos constituyentes definen los marcos de la política misma, y el desafío es (re)construir una alternativa al neoliberalismo, más allá de las normas jurídicas.”
Puedes revisar la columna completa, aquí: bit.ly/3xER7Az