El académico del Departamento de Educación de la Universidad de Santiago de Chile, Dr. Jaime Retamal, analizó en su reciente columna de La Segunda, el contexto educativo actual, en el marco del retorno a las clases, y la postura política dentro del espacio pedagógico en Chile.

Compartimos su columna, a continuación:

Esta semana los estudiantes deben retomar el ritmo escolar. No es sólo un tema de rutinas, horarios, tiempos y disciplina escolar. En rigor, durante la pandemia pudimos comprender que la desmovilización de la escolaridad en los niños es un desafío global, e implica un estancamiento cognitivo y psicosocial de grandes proporciones. No obstante, desde el mundo adulto — muchos de ellos profesionales de la educación— ha existido una comprensión de la coyuntura sanitaria que sólo obedece a expresiones oportunistas. La mayor perjudicada es siempre la educación que atiende a los más vulnerables.

La clase política no ha estado a la altura de la crisis pedagógica que estamos viviendo, mucho menos quienes hoy conducen el poder ejecutivo: adelanto errático y ampliación injustificada de vacaciones; lenguaje poco claro de las medidas que permitirían un reinicio de la normalidad escolar; grandes anuncios y discursos sobre cambios de paradigmas educativos sin diálogo ni acuerdo ciudadano pre-legislativo; flexibilidad en la evaluación de los aprendizajes; engorrosa postulación y fuerte focalización del aporte estatal directo a las comunidades educativas. Esto se dice con mucho pesar, pues quienes hoy tienen la iniciativa del Estado para producir grandes cambios en el sistema escolar son los mismos que se adjudican el relevamiento social de la problemática educativa.

La novedad no está obviamente en el tránsito directo desde las universidades a la actividad militante o de cargos políticos. Es eso siempre ha existido. La novedad es que precisamente sea el espacio educativo uno de los que más notoriamente se ha dejado a un lado mediante un liderazgo político vago y flotante.

El último ensayo de Gilles Lipovetsky, Le sacre de l’authenticité, puede ayudarnos un poco a entender esta crisis que el mundo adulto tiene con la educación en general; gran escrutador de las sociedades hipermodernas, Lipovetsky se atreve a diagnosticar el fracaso de las escuelas contemporáneas debido a la ausencia de una «pedagogía de la ambición”, es decir, el desplazamiento que ha sufrido la “exigencia intelectual” en las salas de clases, reemplazada por el fetichismo de una autenticidad indolora, ausente de toda autoridad. No se trata de ser progresista o conservador en pedagogía; se trata antes, de ser asertivo, ejecutivo, con foco en la tarea: hacer la pega.

Puedes revisar la columna en detalle, aquí: bit.ly/3PDPCvp