Textos, Enzo Borroni / Fotografías, Antonio Hernández.
El Dr. Wilfredo Quezada comienza su segundo período en la gestión académica del Departamento de Filosofía. Las áreas de especialización de este destacado profesor de la Facultad de Humanidades son: Filosofía de las Ciencias, Lógica y Filosofía del Lenguaje. Cuenta con alrededor de 30 publicaciones en diversas revistas ISI y de corriente principal, entre otras: “Causalidad, pseudocausalidad y medición” (2011), “Russellian Treatments of Anaphora” (2005). Además, ha sido investigador responsable de varios proyectos tanto externos (FONDECYT) como internos (DICYT). Fue fundador y actual Coordinador de las Jornadas Rolando Chuaqui, la actividad regular de encuentro de los filósofos de la ciencia en el país. Fue elegido por el período 2011-2013 como Presidente de la Asociación de Filosofía e Historia de la Ciencia del Cono Sur (AFHIC). Es miembro del Comité Editorial de cinco revistas especializadas y actualmente comienza su segundo período como Director de la Unidad.
Dr. Quezada, ¿cuáles serán las prioridades en esta nueva administración en el Departamento de Filosofía?
Primero, consolidar los avances logrados en la gestión anterior del Dr. Maurizio Esposito, en la cual se ha ido concretando el Plan Estratégico de Desarrollo. Por ejemplo, tenemos nuestra Pedagogía en Filosofía acreditada por 6 años, que es la máxima acreditación de la carrera en el país. También hemos trabajado en los últimos años en la reformulación de las mallas de magister para poder acreditar los dos programas que tenemos. En cuanto al desarrollo externo y la vinculación con el medio, hemos desarrollado el Campeonato de Debate Filosófico, junto a la Dra. Diana Aurenque, actual Vicedecana de Investigación y Postgrado de la Facultad. Esta actividad ha tenido éxito y el reconocimiento por parte de la Universidad (Premio a la Bidereccionalidad VIME 2017), lo que pretendemos potenciar con un campeonato interescolar a nivel nacional, dado que ha generado muy buenos resultados de matrícula en nuestra Universidad y no solo en el Departamento de Filosofía, sino que también en otras carreras como Ingeniería o Medicina. También hemos realizado una revista disciplinaria online en Filosofía de la Ciencia, “Culturas Científicas”, que ya lanzó su primer número y que es parte del proyecto de desarrollo estratégico de la Oficina de Publicaciones de la FAHU. Asimismo, tenemos un convenio de cooperación entre nuestro Magíster de Filosofía de la Ciencia y el Magíster de Filosofía de la Universidad de Concepción, además de mantener la productividad en términos de publicaciones indexadas, con tres proyectos Fondecyt y dos Dicyt.
¿Qué proyectos nuevos se vienen para el Departamento de Filosofía?
Queremos alcanzar algunos hitos que son fundamentales. Por ejemplo, no hemos acreditado nunca algún programa de posgrado y nuestro horizonte es justamente alcanzar la acreditación para ambos programas, habiendo ya completado el proceso de autoevaluación en el caso del Magíster en Filosofía de las Ciencias, y esperamos que se presente ante el Consejo Nacional de Acreditación (CNA) en septiembre de este año. También estamos explorando con salidas de titulación o graduación diferentes a las que tenemos, tanto en pregrado como en posgrado. En este sentido, tenemos un proyecto que pretende ofrecer un nuevo grado en Filosofía Aplicada, en combinación con otra área de especialización profesional, por ejemplo, comunicación o ciencias políticas. De esta manera, la actividad del pregrado no queda anclada de una manera un poco determinista a la pedagogía, sobre todo pensando que las pedagogías en filosofía en Chile tienen un ciclo de matrículas poco predecible, aunque en la actualidad nos encontramos en uno positivo. Por otra parte, como ha sido siempre, nosotros estaríamos en condiciones de proponer un programa de Doctorado si los magister se acreditan y unimos fuerzas con otros departamentos.
¿Qué beneficios han traído al Departamento de Filosofía los cambios que se han realizado en su malla curricular?
Creo que el éxito en la acreditación se debió en particular al cambio de malla por una más innovadora. Si uno ve las prácticas profesionales, ahora implican una mayor diversidad, con diferentes fases de inserción creciente en el sistema escolar. Esto conlleva un cambio importante en nuestra forma de administrar y gestionar la pedagogía, pues significa generar líneas de desarrollo tanto en investigación escolar como en filosofía para ambientes escolares diversos. No obstante, creemos que todavía podemos desarrollar y complejizar el área de prácticas profesionales, para lo cual nos ayudará mucho el profesional de media jornada que se integrará vía PMI.
En cuanto a infraestructura, ¿qué es lo que se ha realizado y qué espera el Departamento?
Dado nuestro escaso presupuesto, estamos bastante esperanzados con los 15 millones que se asociarán anualmente a los planes de desarrollo estratégicos de las unidades, de manera de realizar algunos cambios en infraestructura. En todo caso, con otros fondos, ya se han remodelado las salas 870 y 871. En ese contexto, estamos levantando un ambicioso plan para convertir lentamente la sala 870 en un auditorio, lo que nos va permitir tener un espacio propio para eventos de diferente tipo y que nos evitará estar consiguiéndonos diferentes espacios de la Universidad para desarrollar nuestras actividades, lo que resulta altamente oneroso y difícil. Por otro lado, esperamos en el corto plazo modificar el actual laboratorio de computación, que ahora está subutilizado, para transformarlo en una sala de trabajo y estudio para nuestros estudiantes de pregrado y postgrado.
Este año se logró aumentar considerablemente la matrícula, ¿cómo se pretende mantener este indicador?
Este año efectivamente se logró un aumento en las matrículas, gracias a diferentes medidas de corto y mediano plazo. Como hemos vuelto a llenar nuestras vacantes los últimos dos años, ahora tenemos que preocuparnos de la permanencia de estos estudiantes que entraron con nuevas condiciones. En este sentido, activamos un sistema de tutoría que ha tenido gran éxito y ha sido replicado en otras partes de la Usach. La realizan estudiantes que vienen del curso inmediatamente superior hasta segundo año con un monitoreo de la Jefatura de Carrera. Junto con lo anterior, también vino el cambio de malla ya comentado, que antes apuntaba fundamentalmente a una formación filosófica y ahora ha pasado a potenciar de manera balanceada el componente pedagógico.
Profesor, hace muy poco nos visitó el destacado pensador Alejandro Cerletti, quien vino en el marco del proyecto Iniciativas Estratégicas Participativas de nuestra Facultad. En su conferencia, indicó que para que los jóvenes se interesen por la filosofía, los educadores deben ser más reconocidos como filósofos que como investigadores, ¿qué opina usted al respecto?
En eso creo que Cerletti tiene toda la razón. Los filósofos puros tienen que existir porque parte de la cultura occidental y no occidental está basada en principios de vida que son filosóficos. Un ejemplo, si me lo permite, se puede observar en los niños que fueron rescatados en Tailandia. Todos ellos tenían formación budista y tal vez nadie se percató de eso, pero cuando vieron por primera vez al buzo que los descubrió, ninguno estaba espantado. Finalmente, tras ser rescatados salieron y agradecieron con el símbolo budista. Supongo que es importante esta observación porque muestra como el budismo puede implicar una forma filosófica de ver el mundo, no solo vivida como una religión de ritos cotidianos. Pero eso fue pensado por filósofos puros. Dejarse tocar por ella puede hacer entonces cambios de vida importantes en los sujetos. Lo que hoy discutimos sobre feminismo, los temas de género, por ejemplo, son cosas que alguna vez los filósofos dijeron o defendieron. Si se dice que todo el canon filosófico es machista, yo invitaría a recordar que más de 100 años han pasado de cuando John Stuart Mill escribió el “Sometimiento de las Mujeres”. Desde luego, el problema es la enseñanza de la filosofía, es decir, otra cosa es enseñarla a los que no tienen o no muestran ningún interés en la filosofía. En ese sentido, lo que dice Cerletti me parece correcto, porque la pregunta que él hace es para nosotros muy interesante, fundamental: ¿hay una única metodología de la enseñanza de la Filosofía? Es rara la interrogante, porque uno sabe que algo como eso existe en la matemática, en la física y otras ciencias, pero en filosofía la respuesta sorprendentemente es también filosófica. Por lo que Cerletti propone que sea el profesor en aula el que decida esta cuestión, es decir, la metodología filosófica en la sala de clases es proponer una experiencia filosófica, del tipo que sea, pues sólo así se pueden aproximar genuinamente los sujetos a ella.