Fuente: La Tercera
La educación escolar está atravesando por un año complejo. La pandemia y crisis sanitaria por el coronavirus ha provocado que la única forma de hacer clases sea a través de una pantalla, poniendo en riesgo de no aprender a estudiantes que, simplemente, no tienen acceso a la tecnología suficiente. A fines de septiembre, la alcaldesa de La Pintana dio el ejemplo crítico de los estudiantes de su comuna, donde solo el 13% cuenta con cobertura de internet, mientras que en Calama ya se confirmó que no habrá clases presenciales, al menos, hasta marzo. El Mineduc, en tanto, dio a conocer que un 10,4% de los estudiantes no ha participado de las clases virtuales, pruebas o actividades, mientras que la cifra de alumnos desconectados alcanzó al 12%.
Si bien se discutió que debido a estas circunstancias los alumnos no repitieran y pasaran de curso de manera automática, esta idea se desechó en agosto, complicando el escenario para estudiantes, escuelas y familias. “La repitencia siempre es una mala noticia para el alumno, la alumna, su familia y la sociedad. Repetir es hipotecar el futuro personal y social de nuestros estudiantes. Las probabilidades de seguir caminos equivocados son más altas cuando se repite, y aunque con esto no quiero asociar la repitencia a actor ilícitos, sí creo que hay una relación y eso no es bueno ni para los jóvenes ni para la sociedad”, asegura el Doctor en Ciencias de la Educación y Director de Magíster en Educación con Mención en Currículum y Evaluación en la Universidad de Santiago, Daniel Ríos.
El especialista en educación es categórico en que en el contexto de crisis sanitaria es importante que se tomen todas las medidas posibles para evitar la repitencia y que estén conectados y asistiendo a sus clases online. “Sobre todo es importante tener la conexión o el vínculo con aquellos alumnos de sectores más vulnerables, porque ahí tenemos problemas de penetración tecnológica”.
«Los efectos dañinos que tiene la repitencia en el ser del estudiante son muchos, pues afecta a su autoestima, su auto concepto, los deja expuestos a situaciones que no son adecuadas para el futuro y les genera mucha inseguridad”, asegura Ríos, quien asegura que es importante que las escuelas, profesores y directores velen para que el fantasma de la repitencia no se concrete.
Un problema que amplía aún más la brecha socioeconómica
No es lo mismo repetir para un estudiante de un colegio particular, que tiene los medios económicos y sociales para salir adelante, que para uno de escasos recursos, para quien la educación puede ser la única manera de romper con la pobreza y de convertirse en un aporte a la sociedad.
El Dr. Daniel Ríos coincide en que para algunos jóvenes de clases situación acomodada, repetir puede convertirse incluso en una experiencia de vida positiva, mientras que para alguien más vulnerable es un escenario de mayor complejidad. “La repitencia es multi causal y el principal factor es socioeconómico y sociocultural. El capital cultural y el capital simbólico lingüisto, son importantes. La pobreza condiciona, aunque no determina, porque hay muchos chicos de sectores vulnerables que terminan siendo grandes aportes a nuestra sociedad”.
“Cuando se atrasa un estudiante, el problema de la estigmatización es muy grande, especialmente en sectores vulnerables. Cuando fracasa un alumno, también fracasa la escuela y la pregunta es cómo estamos atentos, tanto profesores como directivos, para que las experiencias negativas no cobren viva y los estudiantes puedan tener la mejor formación”