El funcionario FAHU reflexiona sobre los desafíos de la democracia triestamental, el rol del funcionariado y el valor de lo colectivo en la vida universitaria.
“Creo que hay que romper con la lógica de exigir sin involucrarse. Esta universidad no es un lugar donde uno viene como cliente: es una comunidad, y eso implica comprometerse”.
Por primera vez en su historia, la Universidad de Santiago de Chile cuenta con un Consejo Superior triestamental, con representación de académicos, estudiantes y funcionarias/os administrativos. En ese contexto, Takuri Tapia Muñoz, funcionario del área de Finanzas de la Facultad de Humanidades, fue electo como su primer representante, marcando un precedente institucional que él asume con trayectoria y convicción.
—¿Cómo viviste este proceso eleccionario y qué significado tiene formar parte de esta instancia por primera vez?
“Yo estoy desde el 2007 en la universidad. Entré a estudiar Administración Pública, luego pasé por el posgrado y la Federación de Estudiantes. Ya son 18 años de historia. Este proceso lo vengo viendo desde hace mucho, desde el plebiscito del 2008, los intentos por cambiar el estatuto orgánico heredado de la dictadura. El nuevo estatuto, firmado hace poco más de un año por el Presidente Boric, viene a cumplir ese anhelo histórico de una universidad más democrática. Participar ahora en el Consejo Superior es un paso natural en ese camino”.
—¿Qué desafíos identificas en el rol del Consejo y en tu representación como funcionario?
“El Consejo Superior reemplaza a la Junta Directiva. Ahí pasan temas trascendentales como el presupuesto universitario, el Plan de Desarrollo Institucional, la estructura orgánica. Tener un representante del estamento administrativo ahí cambia mucho. Ya no recibimos la información por segunda fuente. Además de incidir, podemos proponer. Por ejemplo, en temas de infraestructura, brechas remuneracionales… también en cómo avanzamos como universidad pública ante la baja de matrícula o el envejecimiento demográfico. No se trata solo de demandar, sino de ayudar a construir esa universidad que queremos”.
—¿Cómo has vivido, personalmente, este recorrido como trabajador y dirigente?
“Mi mamá estudió acá. Congeló cuando nací, pero tengo recuerdos desde chico jugando en el estadio. Como estudiante me vinculé al movimiento por la democratización. Después, como funcionario, sentí que podía aportar con esa mirada. Participé en iniciativas como el protocolo de buenas prácticas, incluso antes de la ley Karin. También fui parte del proceso por el fin del subcontrato, que hoy es realidad. Me da seguridad seguir participando. Si uno ve que se logran cosas, aunque sea lento, da ganas de seguir remando”.
—Más allá de este cargo, ¿cómo proyectas tu rol en la universidad y en lo público?
“Yo me veo como un dirigente sindical, vinculado también a la academia. Me interesa mucho cómo se relacionan esas dos dimensiones. He viajado fuera del país, he visto cómo funcionan otros sistemas. También me interesa el área de políticas públicas. No descarto seguir estudiando o dar el paso hacia la docencia. Pero mientras esté acá, quiero aportar desde donde me toque”.
—Si tuvieras frente a ti a un representante de cada estamento, un académico, un funcionario y un estudiante, ¿qué les dirías hoy?
“Primero, hay que ponerse de acuerdo en cuál es la prioridad. Desde el estamento funcionario, lo principal es buscar mecanismos para compatibilizar sueldos justos y condiciones dignas para funcionarias y funcionarios, sin descuidar que los académicos puedan investigar y hacer docencia, y los estudiantes formarse adecuadamente. Muchos académicos están dispuestos a ceder privilegios, muchos estudiantes entienden el contexto. Pero también hay que cambiar la mirada: no estamos en un lugar donde uno es cliente, sino parte de una comunidad. A veces cuesta romper la lógica del ‘dame, dame’, sin involucrarse. Y sobre los cargos de gestión, no todos deben ser liderados por académicos; hay muchas funciones donde podríamos tener representantes administrativos con dedicación exclusiva y resultados más eficientes. Eso también es construir universidad”.
—¿Y qué mensaje dejas a la comunidad de la Facultad de Humanidades?
“Primero, que el próximo decanato va a ser elegido por nosotros. Eso es muy relevante. Espero que los funcionarios podamos también hacer propuestas, participar más. Segundo, invito a involucrarse más, a romper con la descoordinación entre unidades, a generar espacios de encuentro. Hay muchos funcionarios nuevos que no conocen a los de otras áreas. Y finalmente, decir que aquí tienen a un compañero representando en una instancia importante. Estoy disponible para escuchar, para recibir propuestas, para construir juntos. Esto no es solo tener una voz, es saber bajarla y subirla con humildad”.
Créditos:
Redacción: Luciano Guzmán N.
Fotografía: Luciano Guzmán N.
Edición: Luciano Guzmán N.