«La primera debilidad del diseño del cambio de gabinete es que no consiguió rentabilizar la salida de Jackson»
Los cambios ministeriales en un régimen presidencial son utilizados por el Ejecutivo como mecanismo compensatorio para mantener o expandir su coalición legislativa. En esta perspectiva, su efectividad debe ser evaluada por la oportunidad en que se implementan, por el crecimiento de los apoyos y por la consistencia en el diseño.
Bajo este prisma, no parece probable que la nueva configuración ministerial cambie los incentivos para que la oposición respalde las «reformas críticas» (tributaria, pensiones e isapres). La oportunidad para avanzar en una relación cooperativa con la oposición se jugará en concesiones programáticas sobre las reformas y es ahí donde el gobierno ha reaccionado a la señal equivocada, al suponer que los incentivos cambian para la derecha por enroques sectoriales. La primera debilidad del diseño es que el gobierno no consiguió rentabilizar la salida de Jackson, ejerciendo presión sobre sectores «blandos» de la oposición para retomar el diálogo.
La administración de los tiempos entre la salida de Jackson el viernes 11 de agosto y el cambio de gabinete el miércoles 15, con un fin de semana XL en medio y una publicitada reunión a 12 mil metros de altura, refleja un apuro incomprensible que afecta la efectividad política de las señales del presidente. Por otra parte, los cambios no muestran una voluntad de orientar al oficialismo hacia el centro, el único espacio hacia donde el gobierno podría ampliar sus apoyos en el Congreso. Aún cuando queda en evidencia el sacrificio del gobierno, no es claro el propósito de la ofrenda. Para el FA será un sacrificio contraproducente en lo estratégico porque instalará una grieta en entre sus principales organizaciones, RD y Convergencia Social.
La proliferación de gestos sacrificiales habla de un interés político por construir un cordón sanitario para inmunizar al resto del FA de los problemas generados por el «caso fundaciones». Pero este diseño consolidará un estigma sobre RD, dañará confianzas y reforzará la tesis de una regresión a la etapa de los «gobiernos Caburgua» (2006-2021) Sobre la congruencia de las decisiones, se verá en el mediano plazo si reforzar las posiciones dominantes del PS y del PC, sumado al acercamiento táctico a Bachelet y Piñera, ayudan a destrabar el proceso legislativo. En lo inmediato, se debe observar el costo de este diseño en las bancadas de RD y PPD, que en conjunto suman 16 diputados y 7 senadores. Es cierto que parte de lo anterior ocurre por un sistema político con problemas estructurales de gobernabilidad.
Pero si el diseño del cambio ministerial no consigue mayor efectividad legislativa y refuerza las tendencias implosivas en el Socialismo Democrático y Apruebo Dignidad, podría convertirla polémica expresión de Osvaldo Andrade sobre el gobierno en una frase de uso frecuente en el oficialismo.