El Doctor en Teología y académico del Departamento de Historia, profundiza sobre “la voz de la calle” y el significado de las manifestaciones ocurridas.
La revuelta de octubre de 2019 constituye un acontecimiento histórico imposible de ignorar o eludir. Fueron multitudes protestando por un modelo de sociedad injusto y opresivo de características mundiales. Se trató del rechazo a una institucionalidad y una monumentalidad desacorde con los desafíos de la humanidad futura (Gastón Soublette, Manifiesto. Peligros y oportunidades de la megacrisis, 2020). La elite ha intentado como siempre destacar por supuesto sus rasgos delictivos, anómicos. Así evaden y esquivan las motivaciones profundas que determinan nuestro presente y nuestro futuro.
La revuelta chilena tuvo alcances mundiales. Suspendió la realización de la COP 25, cumbre mundial del clima, y el foro Asia-Pacífico, APEC. Donald Trump, Vladimir Putin, y Xi Jinping, los políticos de las superpotencias de la tierra, no pudieron llegar al país. El año anterior había fallecido el antipoeta Nicanor Parra a los 103 años. El pueblo despidió masivamente sus restos en la catedral de Santiago. Junto a la Plaza de Armas una fila ininterrumpida de creyentes y no creyentes, comunes y corrientes. El año 2018 ocurrió otro hecho de caracteres mundiales: los 33 obispos de la conferencia episcopal de Chile ofrecieron su renuncia en bloque al papa Francisco tras pedir perdón a las víctimas por el escándalo de los abusos a menores cometidos por el clero. Dijo entonces la autoridad mundial en un mensaje dedicado a la Iglesia chilena: “La cultura del abuso y del encubrimiento es incompatible con la lógica del Evangelio.” (Deutsche Welle, 31.5.2018).
En 2019 las calles de Santiago y del país se cubren de múltiples antipoemas. Expresan en breves y enérgicas palabras las verdades recónditas de un pueblo clamando y reclamando la vida, la paz. El derecho de vivir en paz. Habría dicho Nicanor Parra: “Yo no soy derechista ni izquierdista / Yo simplemente rompo los moldes” (Telegramas). “[No] soy blanco ni rojo / sino tirado para el ultravioleta / que es el color de Nuestro Señor Jesucristo” (Nuevos sermones y prédicas del Cristo de Elqui).
¿Qué significó este terremoto social y cultural? Un mensaje inequívoco: no más guerra contra el pueblo. La desgraciada y desproporcionada represión policial fue de hecho más de lo mismo. La protesta concitó una comunión de generaciones en defensa de la paz y de la vida. Entre tantas expresiones revoltosas, una alcanzó una dimensión monumental. La remoción de la estatua de Manuel Baquedano, el general de la guerra del Pacífico que presidió la Plaza Italia desde la dictadura de Ibáñez en 1928. En 2022 se anunció que el monumento no retornaría a la plaza. “Que Dios nos libre de los comerciantes / sólo buscan el lucro personal / […] / líbrenos de los Padres de la Patria / no queremos estatuas personales / […] / Dios nos libre de todos estos demonios / si todavía sigue siendo Dios.” (N. Parra, Nuevos sermones y prédicas del Cristo de Elqui).
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