La encargada de cultura en el Sitio de Memoria Estadio Víctor Jara relata su inspirador camino desde la incertidumbre vocacional hasta su labor en la fundación. Destaca además la relevancia de la comunidad universitaria y su dedicación a la memoria histórica, a la vez que la lucha por la promoción de los derechos humanos en Chile.
Rocío Guajardo, licenciada en Historia y Gestora Cultural de la Universidad de Santiago de Chile, es una egresada destacada por su dedicada labor sobre el legado de la memoria y la lucha por los derechos humanos. Sin embargo, su camino hacia la carrera que hoy define su vida no fue ni directo ni una determinación rápida, sino el resultado de un proceso de autodescubrimiento y realineación de intereses que, eventualmente, la llevó a la Usach, una institución que, según sus palabras, le ofreció un entorno acogedor y estimulante desde el día uno.
«No fue una decisión que tomé automáticamente», confiesa Rocío al recordar sus primeros pasos en la educación superior. Inicialmente, comenzó estudiando otra carrera en el sur de Chile, donde no encontró el éxito ni la satisfacción que buscaba. De vuelta en Santiago, aún indecisa, fue su pasión por la historia y su interés por los movimientos sociales lo que la orientó hacia la FAHU Usach. Amigos que ya estudiaban allí le recomendaron la institución, invitándole a visitarla. «Eso me entusiasmó muchísimo para poder entrar», rememora Rocío.
En ese entonces, la carrera de Licenciatura en Historia ofrecía una mención en gestión y administración sociocultural, y que fue el camino que adoptó Guajardo, lo cual fue causa directa de la sensación de acogida que experimentó con respecto a la casa de estudios: «Desde el día uno que yo entré a la universidad me sentí como en casa. Fue muy bonito eso, y ese sentimiento perduró». La oriunda de Puente Alto, tuvo la oportunidad de conocer y relacionarse con personas de diversos sectores de Santiago, lo que enriqueció su vivencia universitaria y educativa.
Hoy, Rocío trabaja en el sitio de memoria Estadio Víctor Jara como parte de la Fundación que también lleva el nombre del otrora académico de nuestra casa de estudios. Su vínculo con la institución comenzó en 2017, cuando realizó su última práctica profesional en el archivo de la misma. Lo anterior, si bien constituye el presente de Rocío, no siempre se ha desplazado en el mismo ambiente: «he tenido un camino bien zigzagueante», comenta sobre su carrera. Sin embargo, su dedicación y buen desempeño en la práctica inicial le abrieron puertas para volver a colaborar con la fundación en diferentes proyectos a lo largo de los años.
En 2021, en plena pandemia, trabajó en una investigación sobre la historia del Estadio Víctor Jara y su papel durante la dictadura militar. Ese mismo año fue convocada nuevamente, esta vez para trabajar en un proyecto financiado y en convenio con los actuales administradores del estadio: «para mí es muy significativo estar acá hoy en día», subraya Rocío, especialmente en el contexto de lo que fue la conmemoración de los cincuenta años del golpe militar en Chile.
«Se ha tornado en una misión personal también poder dotar a este lugar de arte y de cultura con un propósito. No obstante, no diría que es únicamente una victoria personal, sino que también es un triunfo colectivo de todas y todos quienes han aportado a este proyecto», señala.
Un recorrido que remece el corazón
Adicionalmente a la entrevista, Rocío y el equipo de Comunicaciones FAHU caminaron por los pasillos y subterráneos del estadio, pudiendo observar y sobre todo experimentar la angustia del encierro que aún permanece en las bodegas y espacios destinados para los atroces crímenes que se cometieron allí.
Fue en este recorrido en el que, a través de sus palabras, se rememoran los espacios más oscuros no solo del estadio, sino que de la historia de Chile y su cultura: “Víctor fue visto acá por última vez la noche del quince de septiembre”, relata. “Y al día siguiente fue encontrado su cuerpo en las postrimerías del cementerio general, donde unas pobladoras lo reconocieron…uno de los objetivos principales de los militares que por acá pasaron fue eliminar a personas tan importantes como ellos”, señala Rocío frente al camarín 4, lugar donde Víctor Jara fue visto, según testimonios y la confirmación ex conscriptos, con vida por última vez.
La situación, por supuesto, no se limitó a los personeros principales y más reconocidos de la Unidad Popular. Rocío también se refiere a las demás personas que en la sombra de la dictadura cívico militar no regresaron a sus hogares: “La mayoría de las personas fue llevada al Estadio Nacional, que se habilitó como centro de detención. Sin embargo, muchos no salieron, o muchos salieron y o los liberaban en lugares a punto de que empezara el toque de queda, o en zonas muy lejanas, donde quedaban tirados en la calle. A mucha gente la liberaron y nunca llegó a sus casas…”, explica.
A quienes consideren la historia como su futura carrera: “por favor, atrévanse”
Durante la entrevista, Rocío dedicó un momento para dirigirse a quienes estén considerando una carrera en Historia en la Usach: «les diría que se atrevan, que por favor lo hagan, porque siempre faltan personas comprometidas, personas críticas y sobre todo mujeres que estén en la lucha». Reconoce que la carrera puede ser desafiante, pero también profundamente enriquecedora y necesaria: «la comunidad usachina es muy bonita, entonces yo les diría que se motiven, porque si bien es un desafío enorme, a la vez es muy necesario y muy hermoso».
De esta manera podemos constatar que Rocío Guajardo es un testimonio vivo de cómo la dedicación, la pasión y la resiliencia pueden transformar una trayectoria educativa en una carrera profesional, llena de significado y propósito, y que en su caso ha significado y significa un impacto duradero en la memoria histórica y la promoción de los derechos humanos en Chile.
Créditos:
Texto: Fidel Palacios A.
Imagen: Fidel Palacios A.
Edición: Luciano Guzmán N.